Perdonar

Perdonar

El regalo del perdón

Perdonar es ese pequeño acto de amor que transforma nuestra vida. El perdón nos permite avanzar libres de la condena del rencor y la venganza. 

Viajar al pasado y regresar ileso, eso es perdonar.
Perdonar es liberar a nuestros recuerdos del dolor.

Pasamos la vida anclados al dolor de lo ocurrido sin poder sanar la herida. La rabia, la impotencia y el rencor nos inunda al recordar. En muchas ocasiones, la culpabilidad es la que no nos permite el vuelo despegar. No tiene sentido permanecer atrapados en algo que ya no existe y resulta innecesario pasar por tanto sufrimiento. Vivir enganchados al daño que nos provocaron es una tortura que no nos merecemos y que podemos aliviar por medio del perdón. Perdonar suele ser un proceso difícil pero indudablemente liberador.

Nuestra mente viaja en el tiempo, y al igual que decidimos qué tipo de pensamientos crear, también elegimos a cuál momento viajar. Recordar es como si viviéramos de nuevo ese suceso; nuestra mente no distingue entre la realidad, la imaginación o el recuerdo. Es curioso cómo en los momentos en que estamos acompañados de amigos, familia y personas en las que confiamos nos transportamos a tiempos felices, cómicos o de aventuras fantásticas; pero en soledad, solemos trasladarnos a donde hay dolor, duda, traición, mentira, errores y lágrimas para después regresar y llenarnos de tristeza, de ira y de impotencia al no poder cambiar nuestro pasado. Imposible no ver el futuro con miedo, desconfianza e incertidumbre mientras insistamos en revivir eso que tanto nos lastima. Nuestro presente, lo único en el tiempo que nos pertenece, no lo vivimos; lo dejamos pasar y después viajamos al pasado para sentirnos culpables de no haber disfrutado y aprovechado ese tiempo. 

“El perdón borra lo que el tiempo no borró.”

Jaime Tenorio Valenzuela

El perdón es un beneficio propio

Si reflexionamos un poco nos damos cuenta que perdonar es un beneficio propio. Poder tener una vida libre de rencor y resentimiento nos ofrece infinitas oportunidades de sentirnos felices. Cuando somos capaces de perdonar al ser que nos ha herido, el viaje se aligera y podemos continuar nuestro camino realmente viviendo en libertad y disfrutando de ser felices. Empezamos a ver con claridad lo maravillosa que es la vida y todo lo que nos hemos perdido por no soltar, por no fluir y por condenarnos sin tener culpa.

No es fácil, es demasiado complicado intentar olvidar una traición, una humillación, si fuimos víctimas de violencia, si nos mintieron o nos lastimaron de algún modo. Todos tenemos una historia, una anécdota o una experiencia que nos causa dolor recordar. Quizá seamos nosotros los protagonistas de una mala decisión, o varias, y eso nos atormenta; no podemos perdonarnos tampoco a nosotros mismos.

“Perdona a los demás, no porque merecen el perdón, sino porque tú mereces paz.”

Jonathan Lockwood Huie

Perdonar a tiempo

Que importante es perdonar a tiempo antes de que el resentimiento haga estragos en nosotros. Es necesario soltar el dolor separándolo del recuerdo para no dar oportunidad de que profundice y amargue nuestra existencia. El rencor solamente aporta pensamientos negativos y destructivos que nos hacen sentir ansiosos y deprimidos. 

La sed de venganza nos lleva a imaginar y fantasear con la forma de compensación al daño recibido. Puede que esos pensamientos se vislumbren como justicia y satisfacción, pero la realidad es que simplemente decidimos encadenarnos al dolor y a la frustración de estar reviviendo un evento que solo nos causa tristeza y angustia. El deseo de castigar al agresor es solo un veneno para nuestro propio espíritu. Un acto de agresión jamás repara otro.

“Dejar el rencor, la rabia, la violencia y la venganza, son condiciones necesarias para vivir felices.”

Papa Francisco

La verdad es que mientras nosotros seguimos reviviendo el dolor, quizá el causante de nuestra herida vive sin recordarnos. ese momento o a nosotros. Es muy probable que ni siquiera este consciente de que nos hirió y sigue su vida mientras nosotros nos quedamos atrapados en ese recuerdo, sin entender, sin dejar ir, cargando con la ira y la frustración de ese episodio. Vale la pena analizar y dejar que el perdón entre a nuestra vida, que las heridas sanen y entender que el dolor no se va mientras continuamos tocando las heridas.

“Antes de embarcarte en un viaje de venganza, cava dos tumbas.”

Confucio

El perdón a nosotros mismos

Comenzar por perdonarnos a nosotros mismos es el primer paso para liberar nuestro corazón de esas emociones que nos hacen sentir frustrados, fracasados o sin valor. Recordemos que las decisiones que tomamos están basadas en la experiencia e información que tenemos en ese momento, y muchas veces, el tiempo nos hace recapacitar y darnos cuenta que podemos cambiar o debemos corregir nuestro camino. No seamos duros con nosotros mismos, tratémonos con amor y compasión. La vida es un constante aprendizaje; las equivocaciones nos hacen crecer y ser mejor cada día. Si tus decisiones han afectado o lastimado a los demás, pide perdón y procura reparar el daño. Sé sincero y muestra esos cambios positivos que están transformando tu vida.

En ocasiones herimos los sentimientos de los demás pero sin intención. Quizá en otros momentos actuamos con el propósito de hacer daño y luego nos sentimos mal, nos arrepentimos o nos avergonzamos. Pedir una disculpa muestra nuestro arrepentimiento y el deseo de rectificar. Debemos estar conscientes de lo que hacemos y actuar de mejor manera en el futuro. Respetar a las personas y preocuparse por sus sentimientos, habla de que calidad de ser humano eres y lo que tienes para dar a los demás. 

Pedir perdón nos lleva a reconocer nuestros errores. Esa actitud de humildad y valentía nos hace más humanos, nos ennoblece, nos hace madurar, crecer y evolucionar. Nos trae tranquilidad de conciencia, paz espiritual y armonía en nuestras relaciones. Reconocer que no somos perfectos y que también nos equivocamos, nos hace más propensos a perdonar a los demás.

“Perdonar es un regalo silencioso que dejas en el umbral de la puerta de aquellos que te han hecho daño.”

Robert Enright

El comportamiento ofensivo, destructivo y hasta cruel de otra persona, no debe robar nuestra paz interior. Recordemos que son sus decisiones, sus deseos no los nuestros, y está en nuestras manos el superar el resentimiento y alejar de nuestras vidas sentimientos negativos, el rencor y los deseos de venganza.

Perdonar puede hacerte emprender el vuelo, volar más alto, cruzar fronteras y hasta descubrir nuevos mundos. 

Nuestro tiempo y energía son muy valiosos. Dejemos ir todo aquello que nos causa dolor, tristeza y miedo; así podremos dar espacio a lo que realmente queremos en nuestra vida. Cuando los recuerdos ya no duelen vemos claramente lo que deseamos en nuestro futuro y florecen sentimientos de compasión, esperanza y generosidad.

Viajar ligero es la mejor decisión que puedes hacer para disfrutar tranquilo cada estación que te brinda este viaje llamado vida.

Pedir perdón a los más cercanos

Algo que muchas veces pasamos por alto es pedir perdón a los más cercanos, como a nuestra pareja, padres, hermanos, seres queridos, y lo más importante, a nuestros hijos. Damos por hecho que nos entienden, y como nos quieren, deben olvidar y perdonar sin el menor gesto de arrepentimiento de nuestra parte. No nos detenemos a pensar en la marca que pudimos haber dejado, en el dolor, o incluso, en el trauma que tal vez causamos. Detengámonos un momento y pensemos detenidamente sobre nuestra conducta.

Hay diferentes situaciones que nos llevan a lastimar los sentimientos de los demás. Los insultos, los gritos, las burlas, ser poco pacientes, injustos, desconsiderados o groseros, son ejemplos de formas erróneas de enfrentar esas situaciones. Pidamos un sincero perdón ahora que la vida nos da oportunidad. Ayudemos a nuestros hijos a crecer libres de traumas o resentimientos. Acerquémonos a nuestros hermanos y reconciliémonos. Busquemos a nuestros padres y pidamos su perdón si es necesario. No esperemos a que sea demasiado tarde.

Razones por las que debemos perdonar

  • Sanar las heridas y permitir que cicatricen
  • Liberarnos del dolor y el sufrimiento innecesario
  • Sentirnos felices y con paz interior
  • Creer de nuevo y descubrir nuevas oportunidades
  • Atrevernos a nuevas aventuras viajando ligero
  • Crear emociones y sentimientos positivos
  • Ver el futuro con esperanza
  • Bajar el nivel de ansiedad y de estrés
  • Aumentar nuestra salud física, mental y espiritual
  • Viajar libres del resentimiento

“Los débiles nunca pueden perdonar, el perdón es atributo de los fuertes.”

Mahatma Gandhi

Entonces, practiquemos el perdón en sus tres formas.

  1. El perdón a los demás: Perdonar de corazón para liberarnos de la ira, el resentimiento y el deseo de venganza.
  2. El perdón a nosotros mismos: Perdonarnos por errores cometidos, por malas decisiones o por no respetarnos y amarnos incondicionalmente.
  3. Pedir perdón: Tomar valor y expresar nuestro arrepentimiento nos dará paz y tranquilidad. Además ayudaremos a sanar heridas a los demás.

Viajemos al pasado y regresemos ilesos, perdonar es el precio de la libertad.

Elige ser feliz

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